lunes, 11 de enero de 2010

Si fuera verdad...

“Un suave perfume de flores desconocidas llega desde la playa; la ola del mar murmura y, bajo el golpe del remo, llueve: y el grillo canta entre la hierba…” (Byron – Noches en el lago”)

En un pequeño libro de 1.794, llamado “Curiosités de la Nature” se habla de extraordinarios fenómenos, hay anotaciones increíbles entre noticias exactas y que no carecen de fundamento científico, ¿serán posibles esos experimentos?, tal vez no debemos ser optimistas, sino probar y disfrutar con ello.

Un médico de Enrique IV de Inglaterra, cuenta que uno de sus clientes poseía doce frascos de vidrio en cada uno de los cuales se hallaba la “sustancia” de una planta: en uno, la rosa; en otro, el tulipán; y así sucesivamente.

Mirando los frascos no se veía sino un poco de ceniza en el fondo, pero apenas se metían en una jofaina con agua caliente, podía ir apreciándose, poco a poco, la aparición de las imágenes de las plantas correspondientes a las sales contenidas en la redoma, con todas sus características de forma y color; y en cuanto se enfriaba el agua la imagen de la planta lentamente perdía sus contornos quedando reducida a ceniza como antes.

Siguiendo las recomendaciones de este enigmático doctor se pueden realizar dos fáciles experimentos para conseguir estos prodigios vegetales.

RECETA: Poner en un frasco con cierre hermético, el “espíritu” (sic) extraído de una planta de culantrillo y toda la “sal” (sic) obtenida de la calcinación de los restos de la planta. Realizada esta operación se debe esperar a la primavera y entonces se podrá ver, según el autor, como el frasco se llena de hojas frescas de Adianthum capillus-veneris (culantrillo) que, al sobrevenir el invierno, se secarán para renacer al año siguiente en toda su belleza.

OTRA RECETA: Poner sales de lavanda en dos redomas de vidrio con tres cuartas partes de agua, que ha de ponerse necesariamente por la mañana temprano antes de que salga el sol por el horizonte, entonces en la superficie se podrán ver una pequeña extensión de plantitas de lavanda en miniatura, fenómeno que puede incluso durar una semana.

TAMBIEN PARACELSO, es decir Philipp Teophrast von Hohenheim, nacido en Suiza en 1.493, considerado reformador de la medicina e iniciador de la moderna farmacopea, según este autor, descubrió un método para hacer brotar una planta de sus “sales”.

RECETA: Reunir en una calabaza vacía, ceniza de madera, resina, jugo y aceite de la planta que ha de servir para la experimentación. El zumo y el aceite deben encontrarse en cantidades iguales.

Para llevar a cabo el experimento, deben tenerse en cuenta tres principios: la llama, la grasa y la ceniza.

Por eso deben hallarse en la calabaza los tres elementos dado que la “llama” es sustituida por el mercurio. Cuando se ha llenado la calabaza se pone en un recipiente a temperatura moderada esperando que el mercurio, la resina, el zumo y el aceite se vayan transformando en un licor almibarado. Luego la calabaza debe ser enterrada en estiércol de caballo hasta que pase a estar en putrefacción, si esparcimos es compuesto así conseguido veremos renacer el árbol del que procedían el zumo y el aceite.

LA ULTIMA RECETA DEL LIBRITO: Tomar cuatro libras de semillas bien maduras de una planta cualquiera y machacarlas bien en un mortero, el polvo que resulte debe ponerse en un frasco de vidrio cuya altura permita comprender a la planta elegida (no elegir plantas muy altas). Cerrar herméticamente el frasco y conservarlo en una habitación que no se a fría a la espera de una noche serena y de rocía, entonces hay que abrir el frasco y dejarlo expuesto al rocío hasta la aurora.

Volveremos a cerrar el recipiente sin dejar marchar la humedad recogida en él, y lo pondremos entre estiércol de caballo durante un mes. Transcurrido este tiempo, las semillas se habrán convertido en gelatina, el recipiente debe ser expuesto al sol durante algunos días y a la luna durante varias noches, durante dos meses, entonces la materia se habrá convertido en una especie de polvo azul que cuando reciba calor, poniendo la redoma en agua hirviendo, dará vida a una planta con ¡hojas y flores! En todo su esplendor, cuando el agua se enfría desaparecerá y volverá a convertirse en polvo azul.

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