lunes, 8 de marzo de 2010

TARTA DORADA


“…sólo una casa grande de aquel viejo tío, pero llena hasta el techo de todo bien de Dios, con la cocina repleta de cobres y calderos…” (E. Zanette “Sueños de oro”)
Una mina de Oro
¿A quién no fascina la leyenda del rey Midas? Su poder para cambiar todo lo que tocaba en oro, su don o su escarmiento, porque espanta la idea de convertir la fragilidad de una flor, o de una mariposa, o de una fresa en metal.
Claro, pero si el poder fuera ejercido a voluntad, y no como una condena, sería otra cosa, coger piedras de la playa o de un río y convertirlas en oro podría sernos útil, tal como se lo plantearon los alquimistas.
Hay una forma de emular al rey Midas, de forma inofensiva, desde la cocina, dando un toque dorado a todo lo que deseemos, una brujería que tiene perfume también, y que se utilizó en viejas cocinas, con ollas de cobre colgando de las paredes, que se presenta en forma de polvo o de estilos de flor, en muy pequeñas cantidades con el poder de colorear de amarillo todos los alimentos, dando a las comidas también un extraño y exótico aroma.
Se trata del azafrán, la preciosa especia que se saca del Crocus sativus, una plantita bulbosa muy parecida a los crocos que solemos cultivar para la decoración de nuestros jardines o balcones. Esta planta era empleada por Cleopatra como esencia aromática y seductora y para realizar abluciones en los Templos, en Grecia se utilizaba para baños perfumados y como afrodisíaco, los árabes introdujeron el azafrán en España en el siglo X, como condimento de la cocina de aquellas épocas, siempre fue la especia más cara por su escasez.
Nosotros usamos el azafrán sobre todo para hacer nuestras famosas Paellas o Arroces, y también para muchos de nuestros guisos, los árabes, en cambio, ponen azafrán en todo y lo usan en mayores cantidades, tienen una infusión, a la que atribuyen propiedades reconstituyentes y excitantes, que debe beberse muy caliente, que se hace con ésta especia.
En uno de los libros más antiguos de esa cultura, hemos encontrado esta receta, que es digna de figurar en las Mil y una noches, y que permite soñar con la comida convertida en oro del famoso cuento.
LA RECETA
Cocer 1 kilo de patatas con piel y, cuando estén cocidas en el punto justo, sin que se deshagan, pelarlas y pasarlas por el pasapuré preparando un puré normal. Añadir un poco de sal y pimienta, y varias cucharadas de azúcar hasta que parezca que tiene el dulzor apetecido, añadir entonces 2 pizcas de azafrán, un poco de nuez moscada, 2 huevos enteros, 75 gramos de manteca (puede sustituirse por mantequilla) y un poco de leche para amalgamar todo. Finalmente, regar con 2 cucharadas de coñac y ponerlo en una tartera untada de mantequilla, después dejarlo dorar en el horno a fuego lento durante unos 20 minutos.
La TARTA DORADA estará preparada cuando, al clavar un palillo, sale seco y limpio. Este dulce se puede comer frío, templado o caliente, y mejora si se acompaña de un licor seco para combinar los sabores.

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