martes, 8 de junio de 2010

CUANDO EL DIABLO SE METE EN LAS FLORES

“En su dorso lleva un cinto de helechos entrelazados y sobre la cabeza un sombrero de verbena. En la mano izquierda lleva una redoma triangular llena de rocío, en la derecha una vara de sauco.” (E. Rostand, dramaturgo francés fallecido en el año 1918 – tomado de “Cyrano de Bergerac”)
La credulidad que durante muchos años atenazo el conocimiento humano propició que se creyera en la existencia de pócimas imposibles y hechizos que calmaban el deseo de trascender sobre la materia que siempre acompaña al hombre.
Entre los muchos disfraces, los miles de subterfugios y las muchas astucias, no se olvidó “el diablo”, tan presente en la época de oscurantismo medieval, del mundo de las flores. No tuvo ningún inconveniente en vestirse bucólicamente y aparecerse a muchachas románticas, ni en esconder dentro de esta o aquella corola la esencia de su maléfico poder. (A la derecha beleño)
Un poder que, de vez en cuando, se sirve de las propiedades venenosas o afrodisíacas de tal o cual planta empleada en algún modo determinado y según alguna receta especial. Así lo testimonian las pomadas y pociones que estuvieron de moda en la Edad Media y que los alquimistas y magos vendían a los más crédulos asegurándoles que con ellas se podía volar, proferir encantamientos y realizar brujerías.
Una de las recetas más conocidas del “diablo” era el ungüento de campaña, en el que una mezcla de sustancias vegetales, cicuta, acanto, beleño y belladona, producían alucinaciones que daban al interesado la sensación de estar investido de poderes tenebrosos.
Los alquimistas de la edad media, siguiendo las prácticas mágicas de las que quedaban vestigios de los herboristas egipcios y griegos, atribuían gran eficacia al ungüento de belladona que, mezclado con cicuta, perejil, opio, acanto y sangre de abubilla, junto con algo de hollín, tenía el poder de hacer dormir un sueño hibernado al que lo tomara. (A la izquierda belladona)
El uso de la verbena, una especie que procuraba el don de la clarividencia e influía en las relaciones sexuales, era ensalzado por el mago Piperno, que vivió en Nápoles en el siglo XVI, según él, el que come o huele una verbena debe abstenerse de relaciones amorosas durante una semana, ya que la planta tiene connotaciones mágicas.
Noche de San Juan
Para los que paseen por el campo la noche del 23 y el 24 de junio, en busca de valeriana o hierba de los gatos, existe la previsión de que si la encuentran antes de la media noche y aspiran su aroma, podrán disponer de grandes riquezas.
También el nogal es un árbol diabólico por excelencia, Plinio el Viejo, naturalista de gran fama y notoria sabiduría, no estaba al margen de las creencias mágicas y llegó a afirmar, que quien se atreve a dormir bajo un nogal recibe la potencia del árbol y cuando se despierta por la mañana habrá quedado aprisionado por los poderes demoníacos lo que le permitirá realizar encantamientos y presidir reuniones mágicas.
Las plantas amadas por el diablo
Aunque no lo parezca, la lechuga, es una de esas plantas, las hojas de “lactuca sativa” son apropiadas para realizar encantamientos, tal vez por ello, no cumplen con su atribuido cometido de servir para adelgazar y tomar lechuga tiene efecto rebote en las dietas de adelgazamiento ;).
El beleño, con su perfume misterioso, es otra de las plantas por excelencia, base de numerosas fórmulas alquímicas y mágicas, para producir fenómenos sobrenaturales, como hacer caer en estado de catalepsia, o inducir a amar.
La mandrágora, es una raíz mágica que recuerda extrañamente la figura de un cuerpo femenino, Maquiavelo la citaba como “hierba de Circe” (que la utiliza para convertir en cerdos a los hombres), usándose en la composición de un sinfín de preparados y filtros que aseguran la fortuna y la salud. Deber ser recogida con ciertas recomendaciones para surtir efecto, en una noche de plenilunio y preferentemente en el mes de agosto. (Abajo verbena)

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